Dexter Morgan y la empatía psicopatera

Creo que nunca escribí que me encanta mirar series y películas. Que muchas veces forman parte del ocio de relajación nocturna después de días eternos, y que son esos ratitos de desconexión placentera antes de ir a dormir.

Imágenes de la presentación
Una de las mejores introducciones
que parió la industria de la TV
- “Quiero ver una serie psicológicamente rebuscada, con personajes medio psicópatas que tengan diálogos que te hagan pensar, con un guión inteligente y que te atrape, que no sea chatarra de TV”. – “Entonces mirá ‘Dexter’, te va a re gustar”. Este diálogo surgió hace varios meses, y la recomendación vino de un amigo que estudió cine y entiende del tema. Por supuesto seguí el consejo, y por supuesto, mi amigo no se equivocó. 

Dexter Morgan es un forense de la Policía de Miami especialista en análisis de salpicaduras de sangre y magíster en un tema similar. Dueño de una inteligencia extremadamente estratégica y sumamente manipulador. Su velocidad en el reordenamiento de piezas siempre a su favor, le permite transformar negros en blancos y salir invicto hasta de las situaciones más oscuras. 

Dexter Morgan es un ser dividido en dos, que se debate permanentemente entre el querer y el deber. De día, un padre de familia, un profesional con prestigio, un hombre tipo sin muchos enrosques. De noche, su aparente normalidad desaparece ante la presencia del “pasajero oscuro” que viaja siempre con él. La historia trágica de su infancia lo convirtió en un amante de la sangre, en un asesino serial paradójicamente con códigos que le fueron enseñados por Harry, su padre adoptivo. Él intentó delinearle el camino para que canalizara su deseo de matar en un intento de causa un poco más justa: Asesinar sólo a los asesinos. Así Dexter implementó el “Código Harry”, un modus operandi inmodificable en el que ninguna pieza debería correrse jamás. Cualquier error podría colocarlo en la silla eléctrica.

A lo largo de la serie, el estado natural e inmodificable de Dexter se debate contra los lineamientos de su padre y lleva al espectador a preguntarse permanentemente si su condición no tenía opción, o si la misma había sido fomentada por la influencia del mismo en la implementación del código. 

Ella

Debra Morgan - Detective - Hermanastra
Su hermanastra Debra (voy a llamarla hermana), es una detective malhablada que entrelaza las palabras “coger” y “mierda” (entre otras) con cada oración que salga de su boca. Es apasionada, enamoradiza, obsesiva por el trabajo, intuitiva, constante y súper inteligente, tanto como su hermano. Nunca para hasta que termina, aunque deje todo en el proceso. Ella ama y confía a ciegas en Dexter, admira su capacidad y anhela su agudeza mental. Pero sin saberlo cumple un rol fundamental en su vida, es uno de los cables a la normalidad que lo mantiene con los pies de este lado y sobre este mundo.

Dex y Deb
Dexter el asesino, ella la investigadora. Cada sesión parece una carrera de intrepidez por descubrir quien resuelve primero la situación desde su punto de interés. Se ayudan mutuamente sin saberlo, y juntos conforman dos de los profesionales claves en la resolución de casos de la Policía de Miami, división de Homicidios.

Dexter en acción
Debra y Dexter son incondicionales entre sí, aunque ella ni siquiera sospeche sobre su doble vida.  Él es un semillero de preguntas constantes para quien lo sigue capítulo tras capítulo. ¿Ama de verdad o hace sólo lo que debería hacer? ¿Siente o finge sentir? ¿Sonríe desde adentro o replica sólo muecas? Las expresiones faciales son rígidas, las miradas duras, y los movimientos se registran sólo desde la mitad inferior del rostro. Hay quienes dicen que una mirada vale más que mil palabras, y los vistazos de Dexter tienen el poder de encarnar todos los sentimientos de la escala humana, potenciados por la excelente combinación entre musicalización e iluminación que logran sus realizadores. Juntos funcionan como una triada de expresión súper efectiva, que genera todos los clímax indivisibles que desde el guión se buscan transmitir. Y de más está decir que lo logran con creces. El gran mérito de la serie es el atrape constante y la intriga que, capítulo tras capítulo, genera veracidad en una ficción que podría perfectamente ser realidad.

El paso por todos los estadíos

A los dos años, la madre de Dexter fue asesinada frente a él y su hermano, convirtiendo a la escena del crimen en una pileta de sangre. Ese fue el click emocional que marcó la psicología del personaje hasta siempre.

Fue adoptado por Harry, policía del caso y amante de su madre biológica. No se sabe si el acto derivó del sentimiento de culpa por el homicidio, o su amor por la mujer. Él, como conocedor de la historia, no se sorprendió cuando Dexter comenzó de niño a mostrar sus impulsos matando y enterrando perros en su jardín. Así se convirtió en su guía y confidente, mientras le enseñó un método para no ser descubierto y llevado a la silla eléctrica. 

Debra, la hija biológica de Harry y hermanastra de Dexter, siempre sintió de niña la preferencia de su padre hacia el varón, pero ignoraba las razones que los llevaban a pasar tanto tiempo juntos y sin ella. 

Dexter y Rita - Matrimonio
Siguiendo los parámetros del “deber ser” impuestos por su padre, Dexter formó pareja con Rita, quien en principio estaba “tan dañada como él”. Su dulzura y amor por Dex terminaron por conquistarlo. Tiempo después quedó embarazada y se casaron. Esa unión encarnó el deber ser en su máxima expresión, y Dexter se convirtió en un padre y marido ejemplar de día, mientras que siguió compartiendo sus noches con el pasajero oscuro que habita en él. Pero Rita fue la receta justa para su deber ser, y por eso Dexter amó lo que ella fue.

Dexter y Lumen
Temporadas posteriores le depararon un final trágico a la mujer, y regaron de conflictos e incertidumbres al devenir cotidiano del multifacético Dexter. Fue el momento de la llegada de Lumen, un personaje más conflictivo aún, pero con el poder de despertarle a nuestro protagonista todo lo visceral y carnal que da vida a una relación. Durante esta etapa el deber quedó relegado al querer, y el amor por la obligación mutó a la pasión de amar sin esconder. Lumen conocía a su pasajero oscuro, ella también tenía uno. Y hasta aquí se conoce la historia, una temporada nos separa del the end definitivo. 

Yo te banco Dexter Morgan

Huérfano, hijastro, hermanastro, esposo, padre, padrastro, viudo, asesino, investigador, justiciero, solidario, contemplativo, atento, maldito, cruel, pecaminoso. Dexter Morgan es ese personaje de ficción con semejanzas en la realidad, que es un desgraciado sin corazón, pero que a la vez tiene un latido enorme para con el resto. 

"I love Dexter Morgan"
 Es un personaje de ficción que genera contradicciones en el propio espectador, que por momentos lo entiende y por otros no lo comprende. Es un asesino a sangre fría, pero que termina por lograr la empatía de quien lo sigue desde la pantalla, el cariño y la comprensión de todo el mundo bizarro que gira a su alrededor.    
   
Es ese personaje de ficción que termina de encantar por su porte e inteligencia, por su lucha constante entre lo que quiere y lo que debe, y porque al final de cada capítulo terminás por entenderlo un poquito más y pensando, “yo te banco Dexter Morgan”.

Un gran guión, un excelente actor, una música convenientemente contextualizada, un juego permanente entre ángulos e iluminación, y una oda constante a la mirada y expresión, son los grandes méritos de esta serie. Altamente recomendable para los amantes de lo audiovisual, del ocio de relajación, y de los personajes psicopatamente encantadores que puede regalar una buena ficción. 

Cinco temporadas de doce capítulos cada una hasta la actualidad. Ninguna decayó ante la otra en calidad de argumento y realización, sino por el contrario. El nivel de enrosque y conflictividad creció progresivamente, y la retórica filosa de sus diálogos me mantuvo - nos mantuvo - capítulo tras capítulo con las tripas entre las manos. 

Y obviamente faltan docenas de detalles por contar y personajes que detallar, pero el relato podría extenderse al doble. Hasta aquí peco sin culpas del “too long didn’t read” que condena a los textos en la web. Pero por sobre su condena se reposa mi placer.

Hasta la próxima
Juliana D. Biurrún

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